La imponente vista desde el mirador será testigo de que hemos llegado a un paraíso de agua. Eso pasará luego de un corto viaje en vehículo desde Bogotá.
Así es, la represa se ve imponente tras asomarse por el puente donde la podemos ver desde las alturas, pero al recorrer el camino que la rodea en la bicicleta, los bosques plantados y praderas de pastoreo nos harán sentir como si estuviéramos justo en el paraíso. Tranquilidad, aire puro, pinos, árboles de bosque andino, siete cueros, musgos y frailejones se mezclan para regalarnos aire puro y belleza. Se percibe cómo la represa nos cuida, pues siempre su magnitud estará al presente.
Los deportes están en su esencia
En el Sisga, además del ciclismo, durante algunas temporadas, se practican deportes acuáticos como vela, motor, pesca artesanal y también buceo; desde su base, la represa tiene una altura de 52 metros, lo que les permite a los buzos hacer las inmersiones.
Además, la represa cumple con un objetivo de servicio pues se construyó en 1951 para evitar inundaciones en la Sabana y para almacenar agua durante la época de lluvia y así abastecer a la capital de Colombia, en caso de sequías.
Al terminar la ruta, almorzaremos en un restaurante con hermosa vista. La represa siempre nos estará acompañando, incluso durante la degustación de trucha que es típica de la región.